Mindfulness y Psicoterapia: Entrevista con Antonio Albanés

Mindfulness y Psicoterapia - Antonio Albanés

Platiqué con Antonio Albanés, psicoterapeuta y maestro certificado en mindfulness, sobre cómo mindfulness le ha ayudado en su labor como terapeuta y cómo le ayuda a sus pacientes a gestionar mejor sus emociones. 

Antonio, ¿cómo te ha ayudado mindfulness a ser un psicoterapeuta más efectivo?

Antes que nada, muchas gracias Héctor, por la oportunidad de compartir estas reflexiones con aquellas personas a las que pueda serles de utilidad.

Primero que nada, me gustaría precisar qué es mindfulness en mi experiencia: se trata de un nivel de consciencia que se alcanza con la práctica formal (es decir, la meditación) y la práctica informal. Soy un terapeuta que practico mindfulness, conozco el camino y los beneficios desde mi propia experiencia y aunque tengo en mi repertorio diversos modelos terapéuticos y muchas herramientas y técnicas, lo que pongo al servicio de mis consultantes es mi propio ser.

De hecho, hay evidencia científica que demuestran que el proceso de -llamémosle- sanación, se da por la relación terapéutica que se establece entre las personas, terapeuta y consultante (o grupo), más que por el modelo terapéutico y las técnicas que se utilicen.

Muy bien. ¿Cuál es el descubrimiento más importante que te ha traído la práctica de mindfulness?

Podría decirte que el principal es haber descubierto que más allá de las experiencias de la vida, que la mayoría del tiempo se escapan de nuestro control, y de las emociones que se corresponden con esas experiencias, las cuales también se escapan de nuestro control y que a veces no son agradables, descubrí que una vez que pasan (porque todo cambia en nuestra realidad), puedo aposentarme en un lugar que está intacto, donde hay bienestar, ecuanimidad y paz. Es como un volver a casa.

Ese “centro puro de percepción consciente”, como lo nombra Ken Wilber, o que también se le ha llamado Consciencia Testigo, Esencia, Ser, etc., que es nuestra verdadera identidad (o no-identidad), contiene todos los demás aspectos de mi vida, los cuales son cambiantes, sin excepción: experiencias, acciones, roles, mi propio cuerpo, emociones, pensamientos, etc.

Todo eso lo “estoy siendo”, es mío, ocurre en el campo de la consciencia y es importante, pero no es lo que “soy”. Ha sido profundamente transformador darme cuenta de mis propias creencias, que llegaron a ser estructurantes en mi vida y verlas sólo como pensamientos a los que no necesariamente tengo que hacerles caso. A este proceso se le conoce como “defusión cognitiva” y tiene un gran valor terapéutico.

Claro. ¿Qué mas te ha sido útil en tu labor como terapeuta?

Otro aspecto fundamental, que no podemos perder de vista, es que el marco conceptual de mindfulness es el budismo, particularmente lo que conocemos como psicología budista. Poco a poco de ido descubriendo sus conceptos en mi propia experiencia, por ejemplo, la impermanencia y el evidente sufrimiento que nos provoca el que todo cambie. Nos apegamos a aquello que nos gusta y rechazamos lo que no nos gusta. La aceptación que surge del reconocimiento de esta realidad, es una cualidad terapéutica muy valiosa.

Creo que lo verdaderamente revolucionario de mindfulness es justamente esa aceptación de la experiencia que está ocurriendo en este momento, tal y cómo es. No es fácil, porque cuando no es agradable, solemos querer escapar de ella. Incluso hay un mandato social predominante que incluye a muchos profesionales de la salud mental, de sentirse bien, rápido y siempre. De mitigar. No querer tener nunca ni pensamientos ni emociones “negativas”. Esta tendencia se conoce como evitación experiencial. Es una positividad tóxica que está creando una especie de “era de la analgesia”, que está muy presente en las redes sociales y medios de comunicación en general.

El verdadero mindfulness nos enseña a pararnos con los dos pies en la experiencia tal y cómo es en este momento. No como fue, ni cómo tal vez será, ni cómo debería ser desde nuestras preferencias y deseos. Tal y como de hecho, ya es. La realidad siempre gana la partida. Aceptar, soltar, confiar y las diversas actitudes de fondo a las que invita mindfulness, nos permiten conocer nuestros poderosos recursos internos en esos momentos y nos abre un amplísimo espectro de posibilidades, tanto para nosotros mismos como para nuestro entorno.

¿Y cómo se traduce esto en relación a las personas con las que trabajas?

Estos hallazgos que he ido encarnando, me permiten estar presente y genuinamente conectado con la persona que asiste a terapia conmigo. Como diría Thich Nhat Hanh, “El regalo más preciado que podemos dar a otros es nuestra presencia. Cuando nuestra atención plena abraza a los que amamos, florecen como flores”.

 Para estar presente con el otro tengo que estar presente conmigo, consciente de mis propias emociones, sensaciones y pensamientos, momento a momento, en la sesión de terapia. Darme cuenta de cuándo en mí hay distracción o juicio, para regresar una y otra vez a la escucha, que es sinónimo de estar presente.

Esta conexión (con el otro y conmigo) me permite saber, sentir con la totalidad de mi ser, el paso siguiente para señalar el propio espacio intacto y de sabiduría de la persona que estoy acompañando, que lo note y se aposente en él, haciendo la pregunta o compartiendo aquello que quiere ser dicho, aplicando la técnica adecuada.

Maravilloso. Cuéntanos, ¿cómo le ha ayudado mindfulness a tus pacientes?

Además de mindfulness en sí, los principales modelos que empleo en terapia son gestalt, transpersonal y aceptación y compromiso, y todos ellos incorporan la atención plena y la meditación como una de las alas de un ave. La otra ala son las técnicas terapéuticas específicas del modelo.

Es importante aceptar que mindfulness no es para todos. No está en nuestras manos hacer que otros efectivamente adopten la práctica en sus vidas. Por supuesto que hay que intentarlo de la mejor manera posible, para aquellos que quieran lo puedan hacer y vayan avanzando en la trama de su propia vida.

Entonces, las prácticas informales de mindfulness tienen mucho sentido, porque para la gran mayoría, el hecho de hacer una pausa de 2 o 3 minutos para salir de la rumiación mental (como aconsejaba Fritz Perls, salir de la mente y volver a los sentidos) o hacer actividades cotidianas con atención plena, como comer o ducharse, es mucho más viable y significa un salto de consciencia importante.

Por ejemplo, considera el valor terapéutico que tiene la defusión cognitiva para alguien que está experimentando un cuadro de depresión, por ejemplo. El poder desengancharse de pensamientos duramente críticos hacia ellos mismos, su entorno y sus circunstancias en general, le abre las puertas de una experiencia de vida distinta. O para la persona que tiene un trastorno de ansiedad, que pueda permitirse dejar pasar los pensamientos catastróficos sobre el futuro y descansar en la amplitud perceptual del momento presente.

Algunos de mis consultantes y alumnos me han compartido testimonios profundamente conmovedores, sobre cómo han encontrado otras posibilidades de respuesta en momentos de crisis, en vez de reaccionar mental, emocional y conductualmente cómo lo hubiesen hecho en el pasado. Frank Ostaseski dice que en el espacio que se genera entre el impulso y la reacción, es donde ocurren los milagros.

Si, totalmente de acuerdo!

Por poner algunos ejemplos que me vienen a la mente, les ha ayudado a gestionar mejor el estrés de alguna enfermedad, a superar una ruptura sentimental, a elaborar un duelo, a salir de una relación de codependencia, a transitar con mayor amabilidad hacia la jubilación, a alcanzar sus metas… y un largo etcétera. Hay un incremento de la capacidad de percatación, del “darse cuenta”, que no es otra cosa que una expansión de la consciencia, que incluye un re-conocimiento de su propio potencial.

Un proceso terapéutico se puede entender como una actualización de la persona que es necesaria ante una interrupción de la creatividad. La sobreidentificación con el personaje que hemos sido provoca una rigidez psicológica y una resistencia/apego ante la inevitable impermanencia de la vida, que no permite fluir con ella.

La mente de principiante que propone mindfulness, y que está profundamente unida con el resto de actitudes de fondo, ayuda a restaurar la creatividad, a encontrar y desplegar nuevas herramientas para afrontar de manera adaptativa los diversos retos de la vida.

Para no alargarme más, quiero mencionar otro aspecto de gran valor terapéutico: dejar de pelearse con las emociones, de rechazarlas porque no son agradables. No es lo mismo, sentir ansiedad, reaccionar de forma automática e impulsiva, a dar un paso atrás, observar la ansiedad, decirle “sí” en vez de “no”, atenderla, escuchar su mensaje y permitir que pase. Esto nos permite seguir transitando hacia una vida más plena.

Gracias. Por último, ¿qué recomendaciones te gustaría compartirle a psicólogos y psicoterapeutas?

Recomiendo formarse en mindfulness y encarnar la práctica, independientemente del modelo que se emplee, por todo lo que he dicho y también por congruencia. Jon Kabat-Zinn dice, no le pidas nada a un alumno (y en este caso a un consultante) que no hayas hecho tú mismo ese día.

Invito a no parar nunca de formarse. A tener una gran caja de herramientas, pero no interponerla entre nosotros y nuestro consultante, sino siempre poniendo todo nuestro ser en servicio al momento de estar con otra persona, o con un grupo. Conectar para ser acompañantes del alma y abrir el corazón para permitirse ser tocado profundamente.

Y finalmente, seleccionar muy bien a las personas con las que formarse en mindfulness, verificando que realmente encarnen la práctica y todo lo que he mencionado. He tenido grandes mentores (tú entre ellos, Héctor), tanto en México como en el extranjero, y afortunadamente han tenido las características que he nombrado y que marcan la diferencia.

Estoy muy contento de participar como instructor en la Certificación que ofrece el Instituto Latinoamericano de Meditación y Mindfulness. El programa se basa en los profundos valores de mindfulness y por lo tanto, lo recomiendo ampliamente.

Excelente. ¡Muchas gracias Antonio!

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Héctor Bolaños
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